domingo, 7 de noviembre de 2010

Olatz en el recuerdo

He necesitado un tiempo para reflexionar sobre tu marcha. Los primeros días después de que te fueras, y sobre todo el primero, anduve bloqueado porque no acababa de creérmelo. Me lo dijeron por la tarde y habrás de perdonarme si mi primer pensamiento no fue para ti, sino para Begoña, tu madre, a la que imaginé allá sola en aquella isla ante el cuerpo muerto de lo que más quería en el mundo. Pensé en la injusticia que a veces te concede la vida. Debería estar prohibido que una hija dejara este mundo antes de quienes le dieron la vida, de quienes la vieron crecer. Cuando ocurren esas cosas, un poco de los padres muere también. Es el mayor castigo que puede recibir un ser humano: ver cómo un hijo se va de tu lado antes que tú. Yo pienso en los míos y no puedo contener las lágrimas. Sé fuerte, Begoña, tú no estás sola, nos tienes a todos nosotros porque tu hija nos ganó con su cariño, con su empuje, con su forma de ser, con su enorme capacidad para hacer el bien por los demás. Sólo con su risa nos ganó.

Creo que todavía la oigo por los pasillos de Ayuntamiento; la oigo en el despacho minúsculo que teníamos en la oposición, en los pasillos del edificio, en la sede del partido, y en la Alcaldía, donde viniste a verme nada más recuperarte de las primeras sesiones de quimioterapia. Cualquier otro estaría postrado en cama un mes entero después de un proceso tan fuerte y doloroso. Tú no, Olatz. Tú te pusiste un pañuelo en la cabeza y sacaste tu risa adelante para tranquilizarnos a todos y seguramente vencerte a ti misma.

Entiéndaseme: lo de menos ahora es recordar lo que hiciste. Lo importante en este momento es recordar lo que viene después de no estar tú, el ejemplo de fortaleza que nos diste a cada uno de nosotros, cómo afrontaste lo que se te venía encima y cómo fuiste capaz de enfrentarte a la enfermedad. Casi tenías que consolarnos tú. Eras la alegría en el partido y un ejemplo en el trabajo y en tu vida. Pienso en esa niña saharahui que apadrinaste y la envidio por tenerte de modelo. Pienso en que gracias a ti, Benidorm entró por fin en el Fons per la Solidaritat. Mira que te empeñaste.

Una tarde, cuando el partido en Benidorm decidió proponerme como candidato, te llamé por teléfono para ver cómo habían ido las últimas pruebas. “Me han dado una esperanza de vida del 5%”, me soltaste. Me quedé petrificado y me puse a llorar. Ni siquiera diste tiempo a que el silencio nos torturara a los dos, o a mí, al menos. Soltaste tu habitual carcajada y añadiste: “Tío, no te pongas así, peor sería que te hubieran hecho candidato del PP”, y conseguiste sacarme una sonrisa donde casi era imposible. Y remataste: “Un cinco por ciento, Agustín, con eso me quedo, suficiente para salir adelante”. Tres semanas después te marchaste.

Vamos a dejarnos la piel por esta ciudad aunque sólo sea por no mancillar los esfuerzos que hiciste tú por que Benidorm cambiara. Y en mayo, cuando lleguen las elecciones, sea cual sea el resultado, estoy convencido de que entre las primeras imágenes que me vendrán a la cabeza será esa sonrisa enorme tuya y ese pedazo de risa que se podía oír desde La Cala al Rincón. Aunque sólo fuera por esto último, ya habría merecido la pena ser amigo tuyo. Te querremos siempre.

Agustín Navarro Alvado | Crea tu insignia

3 comentarios:

  1. Volgut Agustín, a tots els que la vam conéixer se'ns va hi ha fer impossible oblidar-la.

    Somreia fins en els missatges de correu electrònic.
    PSPV-PSOE de Sella.

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  2. Gracias Agustín por tus sentimientos hacia mi hija, me has hecho llorar, pero al mismo tiempo me has reconfortado. Un abrazo.

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  3. Begoña, tu hija perdurará siempre entre nosotros. hacen falta muchas como ella.

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