Juan tiene una cena

Conozco a gente estupenda que milita en el Partido Popular, gente honrada que cada mañana sube la persiana de su negocio para ganarse honradamente el jornal o acude a su puesto de trabajo con la responsabilidad del que sólo anhela cumplir con la tarea bien hecha. Ayer recibí en mi despacho de Alcaldía a dos de éstos últimos, ciudadanos con nombres y apellidos que acudieron al alcalde para contar sus problemas y exponer sugerencias. La conversación con Juan, un profesional de la repostería afiliado al Partido Popular, derivó finalmente en la cena que el PP ha convocado para el viernes 29 de octubre en un hotel de Benidorm y que, según he leído en los periódicos, espera llenar el aforo reservado a 350 comensales. Siempre he mantenido que el Partido Popular cuenta con una base envidiable de afiliados, de militantes magníficos que quieren lo mejor para su ciudad y para su partido y que para ello defienden posiciones políticas muy respetables, aunque yo no las comparta. Siempre he mantenido eso, como también el hecho de que tras esa ilusión y ese empuje de las bases populares se esconde, lamentablemente, un grupo no pequeño de dirigentes que se encarga cada día de mancillar las creencias de sus militantes. No me cuesta repetirlo: el PP cuenta con unos magníficos afiliados y unos mandatarios que aquellos no se merecen.

Me decía Juan que no sabe qué hacer el viernes por la noche. Que a él y a su hijo les llevan locos por cuanto el miércoles por la mañana les presionaron para acudir al convite y por la tarde les llamaron para todo lo contrario, para recomendarle  que se quedaran en casa. Ambas llamadas procedían de dirigentes del mismo partido, el suyo, el Partido Popular. Ni que decir tiene que me abstuve de darle consejo.

Días atrás, la sociedad civil de Benidorm convocó una cena en un hotel de la ciudad para censurar el atropello a que la ciudad ha estado sometida en los últimos meses como centro de la descalificación política y personal con motivo del cambio de gobierno que se operó en el municipio el 22 de septiembre de 2009. Acudieron 400 personas: empresarios, sindicatos, representantes de entidades festeras, culturales, sociales, abogados, jueces, comerciantes, hoteleros, restauradores, profesionales liberales, casas regionales, incluso algunos (pocos) militantes del PSOE y del PP a título individual. Me atrevo a decir que más de estos últimos que de los primeros. Me encontré con ex concejales populares de anteriores corporaciones, como Salvador Moll, Enrique Escandell o Miguel Llorca, personas con las que yo mismo he mantenido enconadas disputas políticas a lo largo de mi vida como cargo público. Ni se contrataron cuñas radiofónicas ni se tocó el pito para que la gente acudiera. A mí se me invitó y acudí porque se trataba de defender la imagen de la ciudad que presido.

A diferencia de este acto, el teléfono de Juan, como el de otros muchos simpatizantes del Partido Popular, no para de sonar estos días. Si no me permití aconsejarle ayer, no lo voy a hacer ahora, aunque sí quisiera valorar el hecho de que el lugar donde tendrá lugar esa cena se va a llenar del mayor número de sospechosos por metro cuadrado que ha conocido jamás Benidorm. Supongo que acudirá el imputado presidente de la Generalitat, Francisco Camps, el de los trajes de Gürtel y las adjudicaciones irregulares a la empresa de Correas y El Bigotes; imagino que habrán invitado al imputado Ripoll, el de las contratas ilegales de basura de la Vega Baja que, según parece, recibió como regalo dos pisos de manos de un conocido constructor de la provincia; imagino que compartirá mesa y mantel con todos ellos el afortunado (e imputado) presidente de la Diputación de Castellón, Carlos Fabra, la única persona de España que cada año tiene la fortuna de ser agraciado con el gordo de Navidad, gracias a lo cual es millonario; doy por hecho que habrán invitado a Ricardo Costa, el amigo de El Bigotes, al que su partido ha perdonado el desliz de haber colaborado con la mayor trama de corrupción conocida hasta la fecha en la Comunidad Valenciana y en España; por supuesto, supongo que se habrá cursado invitación a todos los concejales de la Vega baja investigados en la trama de las basuras, con la alcaldesa de Orihuela, Mónica Lorente, al frente; imagino que acudirán los consellers Flores y Cotino, los mismos que según leo en la prensa garantizaban a los empresarios la adjudicación de contratos millonarios de la Generalitat Valenciana; estimo que no se habrán olvidado de Juan Cano, el ex alcalde de Polop y militante y concejal en activo del Partido Popular, implicado en el asesinato de su predecesor, Alejandro Ponsoda; debo suponer que acudirá mi colega y amigo Bernabé Cano, el alcalde de La Nucía, del que también he leído cosillas sobre apartamentos en el puerto deportivo de Altea y alguna que otra fiesta a la que acudían los chicos de Gürtel, con El Bigotes al frente; imagino que se sentarán a la cena alcaldes considerados tránsfugas (sí, tránsfugas, como yo, en cuyo honor se convoca el ágape, tengo entendido), como el de La Vila Joiosa, Dénia, Vall de Laguar, Benitatxell, Mislata o El Puig; y por supuesto, no se habrán olvidado del dentista que en sus ratos libres es concejal y de esa compañera deslenguada que me insulta en los plenos, Gema Amor, que supongo que aprovechará la reunión para explicar qué intereses tenía ella en avisarnos de que José Bañuls estaba descontento con su partido y que deberíamos hablar con él por si nos apetecía formar gobierno para, de paso, despachar al dentista en beneficio de la presidenta local del PP de Benidorm. Me da, sin embargo, que si la merendola va a ser aprovechada para ungir al odontólogo como candidato, a Gema no creo que le apetezca cenar esa noche.

No sé, Juan. Sigo sin saber qué decirte. Piensa, sin embargo, si a una persona honrada como tú, honesto e ilusionado militante del Partido Popular de Benidorm, le apetece compartir menú a sabiendas de que en tu mesa, casi seguro, uno de cada tantos comensales está imputado por un delito de corrupción. No obstante, mis mejores deseos para que el ágape salga bien. Buen provecho.

Agustín Navarro Alvado | Crea tu insignia